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EL ORIGEN PROSTIBULARIO DEL TANGO

El tango primitivo
Hacia el año 1875, el tango primitivo, con su carácter "orillero" y de clase, se ubica en los extramuros de la ciudad, en los llamados barrios reos, despreciados por una sociedad burguesa, que tras la epidemia de fiebre amarilla se traslada de San Telmo a Recoleta.
El barrio sur comienza a envejecer convirtiéndose en refugio de la creciente inmigración. Alumbra la figura del conventillo, que se extiende por los arrabales hacia La Boca y los Corrales Viejos, por el oeste hacia Miserere y por el norte hacia Palermo y Belgrano.

Nace así el "quilombo" (africanismo que designó al refugio de los negros, calificados de cimarrones, salvajes) y la prostitución como un nuevo negocio, explotado por los rufianes. El tango animará aquellos tugurios y se convertirá en la música prohibida, bailada entre hombres solos, como diversión contestataria de las clases bajas de las orillas.

Debe tenerse en cuenta que la inmigración de fines del siglo XIX, en su mayoría de sexo masculino, produce un desequilibrio con la consiguiente "escasez" de mujeres, alentando el ambiente prostibulario, el sector de Junín y Lavalle, por ejemplo, era conocido como "El tenebroso Junín".
Así proliferarán las llamadas "Academias", salones generalmente regenteados por mujeres y animados por un tango que vegeta en la oscuridad y el anonimato, como santo y seña de una sociedad secreta de músicos cobijados tras seudónimos y como protección de la otra sociedad, la de las clases altas, que sin embargo también alimenta sus propios prostíbulos -claro está, de cierta categoría- en el Barrio Parque (hoy Tribunales).

Primeros personajes y temas
El Arrabal, identificado con el "lumpen" por las capas poderosas que detentan el poder, representa para ellas un peligro de enfrentamiento fatal. Este "enemigo" es la clase obrera incipiente que comienza a agruparse en asociaciones, atrapada en el yugo de las fábricas con 14 horas diarias de labor, que se mezcla con los que no tienen ocupación fija y que vive al margen del mundo artificial creado por una oligarquía que ve en riesgo sus posiciones dominantes.

La aparición del radicalismo, el anarquismo y el socialismo agregará a la compleja situación un condimento adicional, con un estado de agitación y huelgas. Como consecuencia, en 1902 se sanciona la ley 4144, que permite la deportación de los "elementos peligrosos". El tango adquirirá en sus comienzos un marcado perfil de clase, aún cuando sus letras no lo reflejen.

Con el Quilombo aparecen nuevos personajes: el rufián (fioca o canfinflero), las pupilas o taqueras (que "taconeaban" la calle), y el compadre, guardaespaldas de los rufianes y caudillos políticos, que tenía una aceitada relación con la policía. Un ejemplo en la ficción es el personaje Ecuménico, en la obra de Samuel Eichelbaum "Un guapo del 900" y en la vida real Cielito Traverso, uno de los dueños del café O'Rondeman en el Abasto. El Cafishio parece confundirse, en el mundo del tango, con la indumentaria exagerada de Eduardo Arolas.

Las primeras letras de tango
Las primeras letrillas del tango combinaban la picardía con el tema sexual y prostibulario, con títulos metafóricos que encubren ambientes, órganos y actos sexuales en un mundo machista en el que la mujer adquiere una dimensión de "objeto".

Un paseo por aquellos legendarios títulos nos muestra la actitud de la época: "Dame la lata" (la chapita que recibía la prostituta del cliente por su servicio); "El choclo", "El serrucho" y "La budinera" (en abierta alusión a órganos corporales); "Con qué trompieza que no dentra", "Dos veces sin sacarla", "Embadurname la persiana", "Colgate del aeroplano", "Golpiá que te van a abrir", "Sacámele el molde" y muchísimos otros que encubren figuras netamente pornográficas de aquel submundo. Aún en nuestros días se logra escuchar, como rareza, alguno de aquellos lejanos títulos.

Muchas de aquellas letrillas eran cantadas por la concurrencia en la antesala de los burdeles, lo que configuraba una prohibición tácita de aquella música, vergonzante para la alta sociedad y la llamada "gente decente".

Las antiguas Academias
En el último cuarto del silo XIX, en Buenos Aires y en Montevideo, se denominaban "academias" a los salones donde realizaba sus bailes la colectividad negra. En la Boca tomaban aquel nombre ciertos cafés en los que se tocaba tango y los clientes eran "asistidos" por camareras que admitían ser sacadas a bailar.

La "milonguita" del posterior cabaret, y la "copera" de épocas más recientes, heredarían las costumbres de las viejas academias, vale aclarar que aquellas nada tenían que ver con el concepto de las más recientes donde se imparte la enseñanza de la danza, que también proliferan en Buenos Aires y especialmente en Balvanera.

Otra de las figuras prostibularias de épocas idas era la "casa de baile", normalmente regenteada por una mujer (madama), que alquilaba el salón con personal completo: músicos, mozos y mujeres. El locador organizaba la fiesta. Estas casas abundaban en el sector "Once" a lo largo de la calle Jujuy y la avenida Pueyrredón.

Pascual Contursi relata, en "El motivo", las consecuencias futuras de quienes pasaban por aquellos establecimientos:

"Mina que fue en otros tiempos
la más papa milonguera
y en esas noches tangueras
fue la reina del festín.
Ya no tiene pa´ ponerse
ni zapatos ni vestidos;
anda enferma y el amigo
no aporta por el bulín..."

Autor: Miguel Germino
Fuente consultada: Periódico Primera Página Nro. 115