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    Los Peinetones, un accesorio femenino
    que también tuvo incidencia política

    El peinetón era un tipo especial de peineta, que hizo furor entre las porteñas, en la segunda década del siglo XIX. que lo pusieron de moda. Proveniente de España, llegó al Río de la Plata hacia 1815 y con el correr del tiempo se impuso.

    Cada vez fueron más grandes y extravagantes, a tal punto que en algunos casos alcanzaron un ancho de más de un metro y eso dificultaba el transitar de dos damas, que se cruzaban en una de las angostas calles de la Buenos Aires de aquellos tiempos, en que las veredas eran muy angostas, razón por la cual, la policía debió reglamentar una medida máxima.

    La historia dice que este accesorio utilizado para realzar los peinados de las damas, comenzó a fabricarse en Buenos Aires en 1823, cuando arribó a Buenos Aires un español, llamado Mateo Masculino, que era fabricante de peines de marfil y peinetas de carey.

    A partir de este momento fueron varios los artesanos de este oficio que se instalaron en la Ciudad y también en Montevideo. No podemos afirmar que Masculino fuera el creador del peinetón tal como lo conocemos, pero si queda en claro que fue su mayor difusor. Lo más probable es que el peineton haya sido una creación del mercado y la competencia.

    La demanda de este artículo de lujo hizo que se activara todo un comercio en relación con el carey y que esta materia prima sufriera un aumento considerable en su precio de venta.

    Conforme avanzaba la moda y las peinetas quedaban desactualizadas en su tamaño y curvatura, estos mismos talleres ofrecían un servicio de modernización consistente en el agregado de nuevas partes de carey y en un nuevo moldeado, Las matrices a la moda, necesarias para estos arreglos, también estaban a la venta y eran ofrecidas a otros artesanos.

    peinetonesSi tomamos en cuenta que el carey era una materia prima costosa, de importaci6n, extraído del caparazé6n de las tortugas en países tropicales, y su destino era la factura de objetos suntuarios, es evidente que las peinetas de ese material fueron artículos de lujo sólo reservados a las mujeres de élite. El crecimiento económico, a partir del primer periodo federal, conllevó al nacimiento de una nueva clase social, la ganadera, que pudo afrontar el consumo a gran escala de este tipo de artículos, El uso de una peineta de mayores proporciones que lo normal, por parte de una mujer, daba cuenta de su situaci6n en la escala social y del poder económico y político de su padre o de su esposo.

    Existen importantes colecciones públicas y privadas en Buenos Aires y Montevideo, es lícito creer que se produjeron a gran escala, y que una mujer de élite contaba con más de uno en su haber. El valor promedio de un peinetón de carey hacia 1830 era entre $500 y $700, aproximadamente el valor de un alquiler mensual de una casa grande en la ciudad. Los formatos más comunes fueron los de media luna o abanico, urna médici, cola de pavo, de plumas, de trapecio, de canasta, entre muchos otros. Los mismos podían ser lisos, moldeados, profusamente calados o presentar incrustaciones de esmalte y oro.

    Existía una versión más económica, realizada en asta, cuerno de vaca, que abarataba los costos y por tratarse de un “fruto del país”, imitaba muy bien la textura del carey rubio. Entre las mujeres de estratos populares se sustituía el peinetón por una peineta tallada en piedra de talco.

    Durante el primer gobierno de Rosas (1829-1832), los peinetones crecieron de tamaño y se instalaron como elemento fundamental del guardarropa femenino. Pero a partir del segundo gobierno fue su declive, para esos años, se inauguró un momento en que la lectura visual de los cuerpos vestidos se hacía rigurosa y debía otorgar una clara adhesión al gobierno (1835-1852), con el uso de peinetones, quedando en evidencia quienes no adherían a Rosas, cuando no lo usaban, al igual que la divisa punzó que era obligatoria.

    Existe un dicho: "Lo que es moda, no incomoda", que hace alusión al afán por demostrar que se está al día en la moda y hace olvidar las posibles molestias que pudiera causar. Efectivamente, así ocurrió con los peinetones y con tantas prendas y accesorios que de cómodos y prácticos no han tenido nada, solo basta con recordar también aquellos tiempos de miriñaques, corsets, etc.

    En nuestra Ciudad se puede apreciar una importante exposición de peinetones en el Museo Casa Fernández Blanco, sita en Hipólito Yrigoyen 1420, muy cerca del Congreso Nacional.


    Susana Espósito - 4439 caracteres – Lunes 14/04/25




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