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    El árbol de la vida en la vereda del espacio para la muerte

    Buenos Aires cuenta con una variedad de árboles autóctonos y exóticos que dan un marco precioso al paisaje arquitectónico urbano y además brindan sombra y frescura. Uno de ellos, el Gingko Bilova, conocido como el árbol de la vida y paradójicamente, la larga vereda de la calle Junín, donde se encuentra el cementerio, tiene una importante cantidad de estos árboles que en época otoñal, nos regalan una copa amarilla y sus hojas cuando caen, generan una linda alfombra de ese color.

    Gingko bilova

    Ese árbol tiene la particularidad de ser más antiguo que los dinosaurios y haber sobrevivido a Hiroshima. Según registros, estos árboles existen desde hace aproximadamente 270 millones de años.

    En la ciudad de Buenos Aires se registran varios ejemplares en veredas, plazas y parques.

    En el invierno se inicia la época dorada del ginkgo biloba, una especie venerada en Japón, considerada un fósil viviente. Tiene un follaje en forma de abanico que va volcándose hacia un amarillo intenso y característico; su transformación ofrece un espectáculo único en las veredas, parques y plazas donde se encuentran estos ejemplares.

    Hay casi 750 ginkgos en toda la ciudad que se pueden apreciar junto al cementerio de la Recoleta y el de Chacarita, sobre la avenida Jorge Newbery. También en la plazoleta Dr. Carlos A. Pueyrredón, el parque Paseo de Las Américas, la plazoleta República de Croacia, la plaza Holanda, la plaza República Oriental del Uruguay, la plaza Sicilia y la plaza República de Chile, además del Jardín Japonés.

    El cambio en su follaje se produce por el proceso caducidad de las hojas, conocido como senescencia foliar, y el color verde le abre paso al amarillo intenso por la degradación de la clorofila. Los ginkgos no solo se destacan por sus cualidades ornamentales sino también sus atributos medicinales y su longevidad.

    En la plaza Chile se ubica una población que cuenta con la calificación de árboles notables otorgada a aquellos ejemplares definidos por sus características botánicas, ornamentales, monumentalidad, edad y unicidad; también por su significado para la comunidad tras haber sido plantados en homenaje a personalidades o como recordatorio de hechos específicos.

    “Entre los ejemplares registrados como notables, que en la ciudad suman 562 entre las distintas especies, los ginkgos de Plaza Chile son una agrupación que conforma un espacio de conmemoración a Salvador Allende, expresidente de Chile, y al General Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert Chiarleoni, víctimas del terrorismo de estado en Argentina”, cuenta Marcela Palermo Arce, especialista en árboles históricos y notables de la Dirección General de Espacios Verdes y Arbolado de la Ciudad.

    Es un árbol que puede alcanzar los 35 metros de altura, posee una copa estrecha de ramas rectas, rígidas, que luego se torna redondeada. Su corteza, con surcos y hendiduras bien definidas, es de color pardo grisáceo o pardo oscuro. Las hojas tienen una tonalidad verde claro brillante que van convirtiéndose en amarillo dorado al final del otoño, previo a su caída. Las estructuras reproductoras femeninas del árbol generan semillas blandas de color marrón amarillento y textura carnosa que suele confundirse con un fruto.

    “El ginkgo es la única especie representante de un género, familia, orden, clase y división cuyos otros integrantes se extinguieron hace millones de años por lo que es considerado como un fósil viviente con registros de su existencia de hace más de 200 millones de años, lo que indica que coexistió con los extintos dinosaurios”, remarca el ingeniero agrónomo Jorge Fiorentino, gerente operativo de la Dirección de Espacios Verdes y Arbolado.

    Originario de China, es un árbol de follaje caduco, de estructura piramidal y dioico, lo que significa que existen árboles machos y árboles hembra de la misma especie. “Si bien pertenece al grupo de las gimnospermas, tal como lo son los pinos, cipreses y cedros, su aspecto, particularmente el de su distintivo follaje, lo asemeja al grupo más evolucionado de las angiospermas o plantas con flores”, agrega el experto.

    En el Parque de los Andes, cerca del cementerio de la Chacarita, se pueden observar los árboles de copas amarillas que viven su época dorada en el invierno.

    Además de ser una variedad muy apreciada por su fortaleza, aspecto y la coloración del follaje, sus hojas y frutos son utilizados por la medicina tradicional china. “Es un poderoso tonificante antienvejecimiento, por lo que ha formado parte de los jardines de antiguas dinastías y de los templos budistas”.

    A principios del siglo XX, el ginkgo fue considerado extinto en forma natural, aunque hoy se sabe que existen poblaciones que han logrado sobrevivir de forma aislada y casi sin sufrir cambios. Es por este motivo que la especie es considerada un verdadero fósil viviente, por ser el único representante vivo del orden Ginkgoales, un grupo de gimnospermas cuyos primeros miembros datan de al menos 270 millones de años.

    En Japón, los árboles sobrevivientes son venerados, están identificados con placas conmemorativas y sus semillas son enviadas a todo el mundo como símbolo de paz, esperanza y resistencia. En la ciudad de Buenos Aires, se cultivan varios ejemplares de este origen, uno en la Facultad de Agronomía, recibido en 2016, y otro en el Jardín Botánico Carlos Thays, en 2019.


    Susana Espósito - Noticia publicada el: Viernes 13/10/23 - (Cantidad de caracteres: 5348)




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