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    La importancia de conservar la identidad barrial

    Quien sea elegido nuevo Jefe de Gobierno porteño deberá incluir en sus temas de agenda la construcción en altura, que preocupa a los vecinos de varios barrios como Núñez, Colegiales, Belgrano y otros.

    Las ciudades crecen, evolucionan, se modernizan, pero también es cierto que aggiornándose a los tiempos que corren, las construcciones deben tener en cuenta el aprovechamiento del espacio y además, que sean sustentables. Es harto conocido el problema del barrio de Caballito, la construcción altas torres en las que viven muchas familias, han generado un impacto ambiental negativo; los servicios eléctricos, de gas, agua y cloacas colapsan y resultan insuficiente para abastecer a tantos.

    Esta situación desencadenó varias demandas y los vecinos piden que no se permita la construcción de torres, que además le restan identidad a determinados barrios, de casas bajas, algunos con calles adoquinadas en las que retiraron sus adoquines y otros, como Recoleta, donde se colocó adoquinado. Algo que a los vecinos resulta inconcebible en ambos casos.

    Otro barrio que se resiste a estas construcciones en altura es Belgrano, que hasta tiene un valsecito, Caserón de Tejas, con música de Sebastián Piana y letra de Cátulo Castillo, que nos recuerda la identidad barrial cuando dice: ¡Barrio de Belgrano, caserón de tejas, ¿Te acordás, hermana de las tibias noches sobre la vereda? y en su parte final vuelve a recordar ese ADN diciendo: ¿Dónde está el aljibe, dónde están tus patios, Dónde están tus rejas?

    Qué maravilla imaginar esas casas y qué pena daría que se pierdan otras tantas que aún existen...

    Particularmente, los barrios del norte de la Ciudad se encuentran asediados por la marea de emprendimientos que se llevan a cabo en simultáneo. Además de Palermo, también está ocurriendo en Núñez, Colegiales, Belgrano, Villa Ortúzar y Villa Urquiza, Coghlan, Saavedra y Villa del Parque. Los vecinos dicen que estas construcciones generan pérdida del asoleamiento en las viviendas; ochavas que avanzan sobre las veredas y las visuales. Hay manzanas en las que actualmente se realizan 4, 5, 6 obras en simultáneo.

    Para tener una dimensión: en el polígono delimitado por las calles Joaquín V. González, Alvarez Jonte, Francisco Beiró y Avenida San Martín, en Villa del Parque, hay 300 propiedades en venta y 118 obras en construcción. Igual que en Palermo Viejo, en donde se identificaron 180 nuevos emprendimientos, 80 viviendas demolidas para construir en altura y más de 130 casas en venta. Ambos relevamientos fueron realizados por las organizaciones vecinales.

    La explicación de esta brutal transformación que ocurre en los barrios está en el Código Urbano, que se modificó en 2018 y habilitó un mayor volumen constructivo, entre otros cambios.

    El fin de semana pasado, el candidato a Jefe de Gobierno, de Juntos por el Cambio, Jorge Macri, estuvo conversando con varios vecinos que le acercaron este tipo de inquietudes y preocupaciones y les prometió ocuparse.

    "En la Ciudad hay zonas enteras que necesitan un fomento del desarrollo, como muchos de las barrios del sur. Y otras áreas, como el norte o el oeste, que no lo necesitan porque ya tienen un perfil residencial consolidado. El código vigente debe ser revisado para mantener la morfología que tradicionalmente tiene cada barrio; proteger su personalidad, su propio ADN", expresó Macri y prometió una búsqueda de equilibrio. Planteará la necesidad de redefinir la situación, ya que según consideró, el desarrollo y la identidad no son incompatibles.

    En Bajo Belgrano y Núñez los vecinos se organizaron para hacer reclamos y fueron a la Legislatura para que se aprueben modificaciones al Código Urbano. Básicamente, que se limite la altura. "No quiere decir que la Ciudad no deba cambiar, pero sí es necesario identificar cuáles deben ser los cambios y a dónde se deben dar esos cambios", dijo el arquitecto Andrés Borthagaray, presidente de la Comisión de Urbanismo y Medio Ambiente del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU).

    Junto a la arquitecta Magdalena Eggers, desarrolló un informe técnico acerca del impacto del código en los barrios de densidad baja. Por ejemplo: con el Código de Planeamiento Urbano (CPU) se exigía un 41% de la superficie de la manzana libre de construcciones; con el Código Urbano actual (el CUr nuevo, de 2018) bajó al 11%.

    Dos ejemplos más, también ilustrativos: la Línea de Edificación Interna establecía un límite a la edificación en el contrafrente, entonces en una manzana de 100 metros se podía construir hasta los 25 metros; hoy es posible ocupar hasta los 33 metros. Finalmente, el nuevo Código exige construir sobre la Línea Oficial, lo que reduce el espacio entre edificios enfrentados en las calles, perjudica el asoleamiento y deja menos terreno absorbente, entre otros impactos.


    Susana Espósito - Noticia publicada el: Miércoles 23/08/24 - (Cantidad de caracteres: 4837)




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