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El Bandoneón, otro símbolo del porteño

Conozca Buenos Aires fue a visitar a Oscar Fischer, quien está al frente de la Casa del Bandoneón, para interiorizarnos acerca de la importancia de este instrumento y otros temas que desconocíamos que son de gran importancia.

El joven Fischer escucha tango desde los 7 años y siempre quiso tocar un instrumento. En aquellos tiempos, su tío tenía un gran taller con muchas herramientas y allí escuchaba tangos junto a él.

Ya siendo adolescente quiso juntar sus ganas de hacer música con las de ser luthier y lo que nunca imaginó, fue que además se convertiría en luthier del instrumento que a él le gustaba tocar: "el bandoneón".

Oscar se recibió de maestro mayor de obras, pero además estudió Arquitectura, Psicología, siempre con su bandoneón a cuestas, con el que decidió quedarse, faltándole pocas materias para recibirse de Diseñador gráfico.

Su trabajo de luthier es muy reconocido por los más importantes bandoneonistas argentinos y del exterior, pero su inquietud va más allá de la restauración y afinación de bandoneones, y desde hace un tiempo, su objetivo es tratar de que se tome conciencia y no se vendan bandoneones al exterior.

También da cursos de luthería, porque como él dice: "yo estuve de los dos lados del mostrador. Como músico, tardé tres años y medio en comprarme un bandoneón y como el tango es tan importante en el mundo, muchos músicos quieren comprar su doble A (Alfred Arnold), paradigma de los bandoneones en Argentina, que es donde mejor están y donde mayor cantidad han venido. Eso hace que quien tiene acá un bandoneón, esté esperando al turista extranjero, que es quien puede pagar entre 3 y 5 mil euros y vendérselo; algo casi imposible para el bolsillo de un argentino y sobre todo para un pibe que quiere tener su instrumento para comenzar a tocar".

"Yo sentí la necesidad de comprarme un bandoneón, lo hice con mucho sacrificio y sé lo que es mandarlo a restaurar, por eso me fui metiendo en el tema, descubriendo este trabajo y allí es donde comenzó todo".

"En esta casa que me han prestado y que dentro de poco tendré que abandonar, cuento con el espacio necesario porque no solo trabajo sino que aquí, todo aquel que quiere probar un bandoneón para ver cómo suena o darse cuenta si le interesa aprender a tocar y después ver si quiere comprar el propio, cuenta con una sala que les ofrezco para que lo prueben y luego decidan. Yo no vendo bandoneones, los restauro y afino. También cuento con gran colección de partituras y métodos para aprender a tocar correctamente".

El problema de venderlos radica en que es un instrumento en extinción, hay muy pocos y menos aún de los que suenan bien. Hubo muchas fábricas en Alemania, de donde es originario, pero todas cerraron.

El bandoneón surgió de la necesidad de contar con un instrumento que se pudiera sacar a la calle en las procesiones para ejecutar música sacra.

"Aquí tenemos todo como para poder fabricar bandoneones, pero no es negocio, porque lo más caro es la matricería. Los 14 peines (12 grandes y 2 chicos) que componen una pequeña placa metálica, a partir de la cual se puede hacer un bandoneón, es una pieza que habría que mandar hacer afuera porque aquí no hay infraestructura y es costosísimo".

"Juan Pablo Fredes, un amigo que vive en La Plata, logró ahora poder fabricar los primeros diez bandoneones para niños, con mucho esfuerzo y ayuda de gente amiga y gente entendida en el tema que le dio una gran mano. Esto me da una alegría enorme y más aún porque los presentará aquí, en la Casa del Bandoneón, el próximo 11 de diciembre".

"Por eso presenté el proyecto en la Legislatura para que el bandonéon sea declarado Patrimonio Cultural de la Nación y reglamentar mediante normas claras la exportación de los bandoneones existentes en todo el territorio nacional".

"Sería lamentable que en un futuro tengamos que ir a comprarlos a Alemania".

Otros proyectos de Oscar para el próximo año son: un libro sobre bandoneones, una Feria Exposición de bandoneones fabricados en el mundo y otras inquietudes que desea concretar.

Por ahora, lo más importante para Oscar sería apelar a la solidaridad de aquellos que como él, aman al bandoneón y se involucran con todo lo concerniente al tema, y ver la posibilidad de contar con un nuevo espacio donde poder continuar con la obra que hasta ahora ha venido realizando en esta casa que próximamente deberá dejar.

Agradecemos mucho la gentileza de recibirnos y enriquecer nuestros escasos conocimientos sobre este tema apasionante, además de fomentar el sentido de pertenencia y valoración de este noble instrumento que también es símbolo del porteño y de nuestra música ciudadana, esperando además que la Legislatura tome cuenta de lo mismo y se apruebe el proyecto.

Texto: Susana Espósito - Fotos: Luis Leoz
 

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